El primer Grito en falda presidencial

El primer Grito en falda presidencial

Dicen que las campanas de Dolores nunca habían sonado tan distinto como la noche en que Claudia Sheinbaum tomó el balcón de Palacio Nacional. Y es que después de 215 años de puro grito varonil, solemne o cantinflesco, por fin tronó una voz femenina en el aire del Zócalo. No faltó quien lo celebrara con orgullo ni quien mascullara con envidia… pero lo cierto es que, entre vivas y memes, la historia mexicana ya cambió de tono.

Por primera vez en 215 años de historia, México escuchó el Grito de Independencia no en la voz grave de un macho bigotón con copete engominado, sino en la garganta firme de una mujer: Claudia Sheinbaum, presidenta constitucional de la República. Y vaya que el eco retumbó en Dolores… pero también en Los Pinos, en Palacio Nacional y hasta en Mar-a-Lago, donde dicen que a Trump le dieron agruras nomás de oír que México tiene presidenta y que encima grita más fuerte que él en Twitter.

Sheinbaum salió al balcón con banda tricolor cosida por mujeres militares, bandera entregada por una escolta femenina y mirada fija en el Zócalo repleto. Antes de tañer la campana de Hidalgo, se detuvo frente al retrato de Leona Vicario, como diciendo: “Ya era hora de que una mujer entrara a este club de héroes mal peinados y peor vestidos”.

El acto fue solemne, simbólico y hasta histórico. Pero como buen mexicano, el pueblo ya lo puso en modo “meme”: que si fue el primer Grito con pestañas enchinadas, que si ahora sí se acabaron las campanas y empezaron los timbres feministas, y que a más de uno le dio miedo que al final Claudia gritara: “¡Viva la reforma fiscal!”.

No lo hizo, claro. Pero sí dejó claro que la Independencia también es asunto de mujeres, de esas que antes tenían que conformarse con bordar banderas mientras los hombres se llevaban el crédito.

Y mientras tanto, los opositores, esos que no llenan ni una mesa de dominó en la colonia Roma, ya mascullaban:
—“Es que no se oyó igual…”
Pues no, señores. No se oyó igual porque se oyó mejor. Porque por primera vez, el Grito tuvo voz de madre, de hija, de hermana.

En la plaza, los vivas se mezclaron con la nostalgia. Hidalgo debió sonreír desde el más allá, viendo que después de 215 años alguien por fin entendió que la libertad también se grita con falda, tacones o huaraches, pero jamás en silencio.

Al final, Sheinbaum agitó la bandera y tronaron los cohetes. México amaneció igual de pobre, igual de violento, igual de fiestero… pero con una novedad:
la historia ya tiene una nota al pie que dice:
Aquí empezó el verdadero grito: el de las mujeres que nunca más se callan”.

elchairocatón@gmail.com

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Por El Chairo Catón

Cronista irreverente de la política nacional.

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