El MEI y la mentira mayor: desmontando alarmismos, defendiendo lo esencial

El MEI y la mentira mayor: desmontando alarmismos, defendiendo lo esencial
El MEI y la mentira mayor: desmontando alarmismos, defendiendo lo esencial

PENSIONES: entorno a este tema hay juegos interesados y falsas verdades que parecen creíbles, pero no lo son a nada que se indaga y rasca. Un ejemplo es la mentira que se repite hasta el cansancio: que el MEI es un castigo, una confiscación, un simple número que resta en el recibo de la nómina. Pero esa es la historia pequeña, la que oculta la gran verdad. El Mecanismo de Equidad Intergeneracional es, en realidad, el acto de fe más tangible en nuestro futuro común. Es el modesto precio de evitar el colapso, la materialización de que ‘somos porque juntos somos’. Este artículo no es solo una explicación presentada de modo esquemático; solo los que superen los 63.180 euros anuales (para 2026), notarán la deducción máxima de 95 euros. Al final necesitamos reflexión como antídoto contra el egoísmo y la manipulación. Contra la autofagia y antropofagia que pretenden alimentar algunos intereses en el tema «pensiones». La banca y los fondos buitre quieren ocuparse de nuestras pensiones. Le cantan a la oreja del Estado «dejanos a nosotros todo eso» que tu casi no puedes…». A Ulises le cantaban las sirenas.

En un reciente artículo de Huffington Post se hace mucho énfasis en lo que se pierde, en lo que “nos quitan”, en lo que incomoda la nómina cada mes. Pero hay otro relato, que raramente se escucha, y es el que voy a sostener: el del deber, la solidaridad y la responsabilidad mutua. El del MEI (Mecanismo de Equidad Intergeneracional) no como castigo, sino como inversión social, no sólo en dinero, sino en dignidad, estructura y equilibrio.

¿Qué es el MEI y cómo funciona (verdad vs exageraciones)?

  • El MEI fue aprobado mediante la Ley 21/2021, de 28 de diciembre, como respuesta al reto demográfico y la sostenibilidad del sistema público de pensiones.
  • En 2025 el porcentaje total del MEI es del 0,80 % sobre la base de cotización por contingencias comunes, dividido entre empresas (0,67 %) y trabajadores (0,13 %).
  • Subirá gradualmente hasta el 1,2 % en 2029, manteniéndose en ese nivel hasta 2050.
  • Es una cotización finalista: no es un impuesto general, sino un fondo reservado para pensiones, para afrontar el retiro de los baby boomers y sostener el contrato social.

Exageraciones, mentiras o medias verdades que se difunden

  1. “Hasta 95 euros menos”: un titular extremo. Para la mayoría la reducción será de pocos euros al mes. Sólo en salarios muy altos se acercará a esa cifra.  Para un sueldo base de 1.300€el MEI son el 0,12%. del capitulo «Contingencias comunes» que es 4,7% 61,10€; es decir el descuento por MEI sería de 0,07 € en este supuesto.
  2. Falta de contexto: se confunde valor absoluto con valor relativo; se dramatiza un impacto ínfimo.
  3. Olvido de la carga empresarial: las empresas asumen la parte más pesada, reduciendo el peso sobre el trabajador.
  4. Se tilda de impuesto confiscatorio: en realidad, es una medida compartida, temporal y preventiva.
  5. Se ignora el beneficio colectivo: estabilidad, previsibilidad y cohesión social

 

El MEI queda calculado en "Contingencias comunes": 4.70%. y en este caso por baremo es el MEI: 0,12%., es decir menos 0,07 €

El MEI queda calculado en «Contingencias comunes»: 4.70%. y en este caso por baremo es el MEI: 0,12%., es decir menos 0,07 €

Por qué el MEI es un buen mecanismo

El MEI fortalece la viabilidad del sistema de pensiones ante el cambio demográfico. Distribuye esfuerzos de forma proporcional, actúa de manera gradual y contingente, y garantiza un fondo de reserva que evita crisis futuras.

Lo que hoy se siente como una resta (o pérdida), mañana se recupera en estabilidad social y sostenibilidad más dignidad colectiva.

Crítica a la Razón del 1% más afortunado (rico en la economía y/o poder real) y del egoísmo estructural

El problema no es el éxito individual ni el mérito, sino la asimetría en la contribución. El 70 % de la población ve sus sueldos estancados, mientras los titulares y los mercados agitan miedos falsos para proteger a los que más pueden evadir responsabilidades. No se trata de demonizar al 1% de la población en la cuspide considerando solo la riqueza o derechos sobre ella que tuvieran, sino de recordar que su poder debe corresponder a un deber social también. Ellos son nosotros también. No es lo de «los ricos también lloran», que lo hacen cuando la perdida, la enfermedad, las inestabilidades, guerras y demás les tumban. Eso por descontado. Lo que se plantea aquí es que desde su posición que existe y es posible porque entre todos llenamos de valor las divisas o los medios que ellos dan por «valor».

Este esquema se agrava cuando parte de ese 30 % más favorecido dispone de múltiples vías legales (deducciones, bonificaciones fiscales, capacidad de mover residencia fiscal, amortizaciones patrimoniales, etc.) para reducir su carga real, muchas de las cuales están prácticamente fuera del alcance del asalariado común.
Ejemplo reciente: en Madrid, gobernada por el PP, se han realizado rebajas importantes del IRPF autonómico que se traducen en pérdidas estimadas millonarias de recaudación (véase «Las comunidades del PP pierden 2.200 millones en ingresos por rebajar el IRPF», pero luego pidenmás financiación del Estado… Reddit). Además, miembros del Gobierno central denuncian el “dumping fiscal” como práctica habitual en algunas autonomías: bajar los impuestos de quienes más ganan y al mismo tiempo esperar que el Estado mantenga servicios públicos financiados por la mayoría.

Es por eso que sería absurdo y casi un crimen que en caso de colapso sueñen con irse a vivir a la Luna o Marte, o Nueva Zelanda, o los paraísos para ricos bien protegidos por el desierto. Por kilómetros de desierto. Esos hábitats tecno-controlados que están construyendo y levantando ya los países del petro-dolar (en decadencia o caída).  Suena a que se están construyendo aquí y allá «arcas de Noé». Mala dirección mental. La historia si la estudias te contesta porque. La espiritualidad más básica te ayudará a sentir qué eres si obras en esa dirección, y porqué no te funcionará.

Automatismos, robots e IA: la nueva frontera contributiva

La automatización reemplaza personas en call-centers, ventanillas públicas o triajes hospitalarios. Por eso, proponemos un nuevo principio:

  • Cada empresa que sustituya empleo humano por automatismos debería aportar una cuota extra al fondo público de pensiones.
  • El baremo sería progresivo: más automatismos, mayor cuota. Siempre sin ser confiscatorio, pero sí equitativo.
  • Si un puesto desaparece por completo, la empresa debería aportar el equivalente a un tercio del salario medio de ese puesto.
  • Debe haber transparencia, registro público y auditoría social del impacto de la IA sobre el empleo.

Contra los engaños lógicos y la manipulación

  • Tautología mediática: “Si hay MEI, baja la nómina → el MEI es malo”. Falso. Falta contexto.
  • Miedo panfletario: uso del extremo “hasta 95 €” para sembrar alarma.
  • Falacia del “nos roban”: se criminaliza la decisión colectiva que evita males mayores.
  • Desconocimiento deliberado: se omite el destino finalista de los fondos para favorecer la confusión.

Balance final: lo que se pierde y lo que se gana

  • Pérdidas inmediatas: unos pocos euros al mes; la sensación inicial de pérdida.
  • Ganancias a medio y largo plazo: un sistema de pensiones estable, confiable y público; cohesión social; solidaridad entre generaciones.

El MEI no quita, protege. No empobrece, preserva. No divide, une.

Considerando final

Hasta aquí se ha expuesto esquemáticamente el asunto del MEI. Si te bastó para entenderlo puedes dejarlo aquí.

Pero hay otros aspectos que piden más reflexión. El 1% más afortunado de la Humanidad, ni tampoco el 29% que disfruta de los mejores sueldos aporta significativamente tanto más valor económico. Precio/sueldo y valor están en relación trastornada en estos últimos cien años. Pero no por que estén «más acomodados o mejor situados», sensu stricto, ya son el enemigo. Esa es una forma de pensar, sentir y obrar que se llama envidia, o instintos bajos es zoológica. Animaluna. Nada bueno viene de eso. Por otra parte, es cosa de la que casi nadie es ajeno del todo. Por eso aquí hablaremos de como tomar distancia de esos resentimientos o ¿instintos? Así lo tendremos claro en las cenas de fin de año, con el cuñado que de todo entiende,  o ante los incendiarios de lo que queda del estado social y del bienestar. Ninguna tontería, pues…

Hay gente que lo posee casi todo. Cierto. Especialmente si lo consideramos de un modo más histórico en los mil últimos años. Esa es la estadística y esos son los números. Pero antes de volver a sacar las guillotinas, asaltar la Bastilla o buscar nuevos Romanov o Ceaușescu, etc, para fusilarlos. Antes de echarse a la calle como locos a destruir estatuas y destruir monumentos que suenen a «lo anterior». ¡Detente!

La Historia y la contradicción interior que los que así hicieron antaño y de sus contemporáneos en cada época sintieron  y dejaron claro como testimonio lo que sintieron. No fue bueno. La Historia ya nos enseñó que por ese camino no se construye Humanidad. Ni en uno mismo dando rienda suelta a lo peor de uno (amparado en las carencias e injusticias), ni en nuestras sociedades. Si nos vamos más atrás… Ya en el Egipto más antiguo y remoto,  de cuando en cuando se eliminaba a martillazos las narices de los que fueron grandes… por pura venganza y odio. Claro… Era todo tan megalítico, que joderles la nariz a las efigies enormes era como hacer ahora una pintada resentida.

Como teorizó Peter Sloterdijk en su » Ira y Tiempo» (2006). La historia política está jalonada por la acción de ‘bancos de resentimiento’. Vuelve leer ‘bancos de resentimiento’: entidades que recogen y capitalizan la ira, el odio y la humillación colectivas, para volver a volcar en la sociedad ese caudal multiplicado en un verdadero estallido de venganza destructora. Hoy, en el Siglo XXI, ese peligroso mecanismo no ha desaparecido; al contrario, se ha potenciado con una capacidad tecnológica y mediática sin precedentes. Pensemos en las Redes, los pseudo-medios periodísticos, los bien estudiados fakes, los nodos de gente pagada y organizada para multiplicar esa ira. Las tertulias que duran toda una tarde y donde todos están pagados por alguien. Pagados o porque lo disfrutan. Una cadena humana, para acumular agravios e infligir daño a escala global. Así se han cambiado resultados electorales y se crea opinión a conveniencia. Reflexionar sobre esto no es alarmismo: es comprender que un sistema que alimenta el egoísmo estructural y la inequidad está, literalmente, realizando ingentes depósitos en esos bancos de resentimiento. Y la historia nos enseña que todo ese capital de furia acumulada, llegado su vencimiento, se cobra con intereses.

Por tanto, volviendo al tema central de esta discusión: el MEI (Mecanismo de Equidad Intergeneracional) y la supuesta «mentira mayor» que algunos interesadamente denuncian y extienden (para que la Banca triunfe con sus planes de pensiones). En todo esto el verdadero adversario ni es el 1% más acaudalado del Mundo, ni el 29% que disfruta de mejores condiciones. El enemigo es una lógica abstracta y deshumanizante: la razón del egoísmo estructural, incrustada en el corazón del capitalismo financiarizado. Un sistema  que se desprendió de las consideraciones hacia los trabajadores, lo social, etc., donde el capital ha dejado de ser una herramienta y se ha erigido en el stakeholder único (o un fin en sí mismo que decide sobre las vidas de las personas, incluidos sus dueños). Todo gira en torno al incremento perpetuo de beneficios y a la recuperación acelerada del capital invertido más su rédito en cada ciclo fiscal, en una espiral autofágica que devora incluso a quienes hoy se creen en la cumbre: tarde o temprano, algo nuevo o la concentración extrema los derribará. Tal como la historia de los imperios nos ha mostrado una y otra vez.

Ante esto, no se propone herejía alguna, sino la aplicación de la más antigua y sabia norma de convivencia. «Trata a los demás como quieres que te traten» es el núcleo del Principio Mayor de la Acción Válida, en el Humanismo siloísta, presentado no como un mandamiento abstracto —la «Regla de Oro» presente en innumerables tradiciones— sino como una guía práctica y transformadora para la acción cotidiana. Esta idea encuentra un eco riguroso en la filosofía de Kant con su imperativo categórico: «Obra sólo de acuerdo con aquella máxima que puedas querer que se convierta en una ley universal».

Pareciera que nos hemos salido de lo concreto, los euros, nuestras nóminas, los sistemas de pensiones en los estados con un «contrato social»  que las reconoce para la vejez como derecho a un retiro digno. Pero no. La economía y el monedero, no están desconectados de esto que estamos tratando en este resumen final. Al revés. Cuando «economía», «monedero», y «cuenta de resultados», rompen por completo con lo que parece «elevado» y lo social… entonces es cuando sucede lo peor.

Aquí se enfatiza en que estos principios no son una «moral lejana, incomprensible y convencional», dogmas. Sino leyes de vida, de luz, de evolución, cuya validez cada uno puede comprobar por si mismo. No son un mandato, cada uno verá. Pero se esto se alinea perfectamente con la propia observación y sensación (sabor) que nos deja la propia vida de uno. En todo esto se fundamenta el registro interno y las consecuencias que sigue «la acción de tratar a los demás como quieres que te traten», y de manera casi forense, queda claro lo hay tanto si uno vive así, como lo contrario. Cada uno que elija.

No se trata de idealismo, aunque si acaso considéralo por  pragmatismo más survivalista, si no ves más allá. Porque la lógica perversa de un sistema que olvida estas verdades tan elementales es autofágica. Terminará por expulsar incluso a quienes hoy creen dominarlo, en una espiral de concentración hasta que quizá sólo quede uno. No hay humanidad en un esquema que ignora que cabalga a lomos de 12.500 años de historia civilizatoria, y que tiene la obligación de honrarla y hacerla crecer en él y en la Historia común.

No se trata de que todos acabemos iguales, sino de que todos empecemos con dignidad suficiente. Una que haga tabula rasa, en lo posible, respecto de las posibilidades en cuanto a los orígenes de cada uno. Se trata de asegurar las condiciones suficientes para que cada persona pueda desplegar su potencial dentro del cuerpo social. La sociedad solo gana con ello. Porque la sorpresa y la genialidad no depende de la cuna. A partir de ahí, que cada vida trace su propio camino.

Algunos olvidaron un principio fundamental, tan antiguo como esencial: «Umuntu ngumuntu ngabantu», «soy porque somos». Esta es la esencia del Ubuntu, la filosofía africana que reconoce que nuestra humanidad es un logro colectivo. Recordar esto es el primer paso para reconciliar economía, ética y futuro, y la única manera de que la Humanidad, actuando como una colmena consciente —sin ahogar la individualidad, pero potenciando la cooperación— pueda encarar los desafíos del siglo XXII.

Ningún país, ni un grupo de naciones, ni un individuo por muy poderoso que sea, podrá salvarnos de los retos que vienen. Solo lo haremos juntos. O no lo haremos.

Algunos olvidaron que «son lo que son, porque juntos somos». Recordarlo es el primer paso para reconciliar economía, ética y futuro; y hacer que lleguemos juntos al Siglo XXII.

Los desafíos que enfrentamos hoy no pueden ser resueltos por un solo país, ni por un grupo de Naciones, ni por un individuo, por más poderoso o influyente que se crea. Ser “grande” no se mide solo por riqueza o poder: hay y ha habido seres humanos verdaderamente grandes, pero incluso ellos solo pueden ayudarnos a salvarnos si lo hacemos por nosotros mismos y juntos.

El siglo XXI plantea un reto para toda la Humanidad, que debe actuar como una “colmena”: cooperando sin renunciar a la propia individualidad y sin sofocar la de nadie (nuevamente una transformada de «Regla de Oro» ya citada antes).

Ángel Sanz Montes

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