El contradictorio garante de la paz: el doble discurso de Estados Unidos en Medio Oriente.

Hace pocos días se anunció una tregua y el posible inicio del fin de la guerra entre Palestina e Israel. Sin embargo, es difícil confiar plenamente en que este acuerdo se concrete. Las razones son evidentes: décadas de conflicto en Medio Oriente, la inquebrantable alianza entre el gobierno de Benjamin Netanyahu y Estados Unidos, y la sombra del imperialismo que se oculta tras los supuestos países garantes de la paz.

Menos de un mes antes, el 18 de septiembre, Estados Unidos había utilizado por sexta vez su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear una resolución que pedía el alto al fuego en Gaza.

Aquel proyecto exigía también la liberación de rehenes y el acceso humanitario a la ayuda, advirtiendo sobre el riesgo de una hambruna masiva en las provincias de Deir El-Balah y Jan Yunis. Los otros catorce miembros del Consejo votaron a favor. Sólo Washington se opuso.

El embajador palestino ante la ONU, Riyad Mansour, lo dijo con claridad: “El veto de Estados Unidos impide que el Consejo proteja a los civiles frente al genocidio”.

Paradójicamente, días después, Donald Trump aparece en Egipto autodenominándose como garante de la paz, presumiendo el papel de mediador que el mismo país había saboteado en Naciones Unidas.

El presidente —resentido aún por no haber recibido el Premio Nobel de la Paz— desplegó su narcisismo habitual: alabó al gobierno israelí, afirmando que Israel “ha ganado la guerra” y guardando silencio sobre las víctimas palestinas. En su llamado plan de paz, no hay rastro alguno de la propuesta de existencia de los dos Estados: no se reconoce el derecho de Palestina a existir como Estado soberano.

Este nuevo acuerdo no resuelve el problema de fondo. Una paz verdadera solo puede construirse reconociendo la resolución internacional que establece la creación del Estado Palestino. En cambio, el plan de Trump habla de una administración temporal de Gaza, es decir, de una paz sin soberanía, una paz impuesta.

Las dudas abundan: ¿quién gobernará Gaza?, ¿cómo se garantizará la seguridad de la población durante la reconstrucción?, ¿qué papel jugarán las potencias que hoy se presentan como mediadoras, pero que hasta ayer alimentaban la guerra?

Más de 20 países participan en la cumbre de Egipto —entre ellos Reino Unido, Canadá y España—, pero no están presentes los representantes de Hamas, lo que muestra la fragilidad y el carácter parcial del proceso.

Mientras Trump y Netanyahu celebran una victoria inexistente, los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en Gaza no pueden quedar en el olvido. Miles de civiles – niños, niñas, mujeres y ancianos –  han muerto por los bombardeos y el hambre, y ningún acuerdo político podrá borrar esa tragedia.
El pueblo palestino merece justicia, no discursos hipócritas ni falsas mediaciones.

Netanyahu no logró ningún objetivo militar, como pretende hacer creer Trump. Lo único que consiguió fue consagrarse como el mayor genocida de este siglo. Y Washington, lejos de ser un árbitro neutral, sigue siendo cómplice y sostén del crimen.

Trump no es neutro, y ningún plan de paz puede ser verdadero cuando el garante es el mismo que vetó la paz.

 

Fuentes:

https://news.un.org/es/story/2025/09/1540462

https://es.euronews.com/2025/09/19/estados-unidos-veta-la-resolucion-del-consejo-de-seguridad-de-la-onu-sobre-un-alto-el-fueg#:~:text=Estados%20Unidos%20vet%C3%B3%20el%20jueves,m%C3%A1s%20poderoso%20de%20la%20ONU.

https://actualidad.rt.com/actualidad/568683-trump-eeuu-le-dado-israel-armas

– https://actualidad.rt.com/actualidad/568726-trump-lideres-mundiales-tengo-par

— https://noticiaslatam.lat/20251013/cumbre-en-egipto-para-tratar-el-plan-de-paz-de-gaza-es-un-avance-significativo-1167505227.html

 

Félix Madariaga Leiva

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