“El fuego arrasó la ciudad, pero no pudo borrar su nombre. Gaza respira entre ruinas y con lo que le queda, intenta volver a ser pueblo.”
- Gaza no necesita tutores, necesita respeto
Después de casi dos años de asedio, bombardeos y hambre, Gaza quedó reducida a polvo, hierro y silencio. Las calles son ruinas, los hospitales son sombras, los niños duermen entre los restos del cemento. Israel se retira dejando atrás un campo de exterminio abierto. No hay Estado, no hay instituciones, no hay energía ni agua. Lo único que sigue vivo es el pueblo. Y lo único que todavía lo organiza se llama Hamas.
El mundo discute etiquetas, pero en Gaza las palabras no alimentan a nadie. Hamas no es una sigla hueca ni una bandera ideológica. Es la red de supervivencia que sigue en pie. Administra hospitales, distribuye alimentos, organiza escuelas religiosas y mantiene el orden en medio del caos. Lo que las bombas no pudieron destruir fue la estructura social que se aferra a la vida.
- El infierno dejado por Netanyahu
La devastación no fue un accidente. Fue una decisión política. Netanyahu y su gabinete ordenaron el asedio total, el corte de suministros, los bombardeos sobre hospitales y refugios. Se ejecutó con apoyo financiero y logístico de Estados Unidos, y con el silencio cómplice de Europa. Gaza fue arrasada con precisión quirúrgica. La destrucción fue planificada, no espontánea.
Y sin embargo, bajo esas ruinas, algo respira. Es el instinto de un pueblo que se niega a morir. No hay poder extranjero capaz de entender esa fuerza. Solo los gazatíes, liderados por Hamas, pueden ordenar el caos que quedó. Ellos son los que quedaron de pie. No son invitados a la reconstrucción, porque son los dueños de la tierra que resistió.
- Hamas, autoridad provisional y legítima
Occidente pretende imponer “administraciones transitorias” o “protectorados humanitarios”. Pero Gaza no necesita nuevos ocupantes disfrazados de ayuda. Lo que necesita es reconocimiento político de la autoridad local.
Hamas debe ser reconocido como ente provisional legítimo para coordinar el orden interno, recibir la ayuda internacional y dirigir la reconstrucción. No por ideología, sino por lógica, ya que es el único actor con estructura real en el terreno.
El mando debe recaer en un Gobierno Provisional Gazatí, liderado por el ala civil/militar de Hamas, con participación de médicos, ingenieros, maestros y líderes comunitarios. Desde allí se debe gestionar el retorno de los desplazados, la distribución de alimentos y la reapertura de hospitales. Sin ese liderazgo, Gaza se hundirá en la anarquía.
Excluir a Hamas sería condenar al pueblo a otro ciclo de caos y ocupación.
- Reconstruir sin colonizar
Cada vez que Occidente destruye un país, intenta administrarlo. En Irak, en Afganistán, en Libia, el resultado fue el mismo, caos y corrupción, ruinas y tutelas extranjeras. Gaza no puede repetir ese destino.
La reconstrucción debe estar en manos palestinas, bajo control local y con financiamiento internacional, pero sin intervención política.
Naciones Unidas y los países árabes deben canalizar fondos directos al Gobierno Provisional de Gaza, con supervisión técnica, no militar.
La ayuda no puede ser instrumento de control. No puede depender de Washington ni de Bruselas. El hambre y la ruina no pueden usarse como chantaje diplomático. Gaza no necesita tutores y si necesita grúas, medicamentos, agua y soberanía.
- El costo de la destrucción
Nada de esto será fácil ni barato.
- Según estimaciones del IRDNA (Informe Internacional de Reconstrucción de Gaza), los daños superan los US$ 53.000 millones,
- Y la reconstrucción requerirá al menos US$ 70.000 millones durante la próxima década.
- La ayuda inicial debería alcanzar los US$ 20.000 millones solo para restablecer hospitales, agua potable y vivienda básica.
- Más del 90 % de la red eléctrica está destruida
- Y el 60 % de las escuelas deben ser levantadas desde cero.
- Esa cifra no puede ser pagada por las víctimas.
El costo moral y financiero de la reconstrucción debe recaer en los responsables: Israel y quienes financiaron su maquinaria militar. No hay paz posible sin justicia económica. Gaza no pide limosna y sí exige reparación.
- Hamas y los gazatíes son custodios de las ruinas
La autoridad de Hamas no es un accidente, ya que es el resultado de haber resistido lo que ningún Estado habría soportado.
- En las calles destruidas de Khan Yunis, en los campamentos improvisados de Rafah, son sus voluntarios quienes entregan pan, agua y medicamentos.
- En los hospitales subterráneos son sus médicos quienes operan sin luz.
- En los colegios improvisados son sus maestros quienes enseñan con lápices prestados.
- Hamas es hoy la estructura de gobierno que existe. Y los gazatíes son su base popular y los verdaderos custodios del renacimiento.
La comunidad internacional puede elegir entre dos caminos
- Colaborar con Hamas para reconstruir Gaza, o ignorarlo y provocar un vacío que será ocupado por el caos. No hay tercera opción.
El mundo debe entender que sin Hamas no hay orden y sin orden no hay paz, y sin paz no hay Gaza.
- La semilla bajo la sangre
En Gaza la sangre cae hacia abajo, hacia la tierra. Allí germinará la semilla que espera la vida y la primavera. El ave fénix de Gaza no pedirá permiso para levantarse. Con las alas quemadas y los ojos llenos de polvo, volará hacia la dignidad, la libertad y la esperanza de una nueva vida.
Cada piedra levantada será un acto de fe en el futuro y cada muro reconstruido una declaración de existencia. Gaza no necesita discursos, sino tiempo, agua y verdad.
Y la verdad es que el pueblo palestino sigue de pie.
- El mundo puede negarlo, pero entre los escombros ya se escucha el rumor de los martillos y las voces.
- Hamas y los gazatíes están reconstruyendo su historia.
- La paz no vendrá de Oslo ni de Washington. Vendrá desde abajo, desde la tierra herida que todavía respira.
La paz bajo los escombros será obra de quienes nunca dejaron de luchar por la vida.