Raíces y trayectoria
Lorena Delgado Varas es una parlamentaria y activista sueco-chilena cuyo recorrido político y vital está marcado por la memoria de las dictaduras latinoamericanas y la defensa irrestricta de los derechos humanos. Fue diputada en el Parlamento de Suecia por el Partido de la Izquierda (Vänsterpartiet), donde destacó por su militancia feminista, antirracista y por su compromiso con la causa palestina. Desde su escaño, mantuvo siempre un vínculo activo con Chile, la tierra de sus raíces, y con la lucha de los pueblos que resisten opresión y violencia de Estado.
El vínculo con Chile y la denuncia internacional
En el verano de 2020, en pleno estallido social chileno y tras meses de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, la diputada Lorena Delgado recibió en el Congreso sueco a la periodista Claudia Aranda, quien había documentado en terreno los abusos, los montajes policiales y la situación de presos políticos en Chile. Esa reunión fue un punto de inflexión: Aranda le entregó testimonios y pruebas directas que luego la diputada llevó a la arena internacional.
Poco después, Lorena Delgado presentó —junto a otra colega parlamentaria— un requerimiento ante la Corte Penal Internacional en La Haya contra el entonces presidente Sebastián Piñera por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la represión del estallido. Aunque Piñera murió en la impunidad, aquella acción representó uno de los gestos políticos más contundentes de apoyo a las víctimas chilenas desde la comunidad internacional.
Credibilidad y militancia
Lorena Delgado nunca se limitó al formalismo parlamentario: su activismo, sostenido durante toda una vida, le otorgó una credibilidad inquebrantable. Como parlamentaria de izquierda, acompañó la lucha del pueblo chileno contra la herencia de la dictadura de Pinochet, y defendió sin titubeos las causas de los oprimidos, tanto en América Latina como en Palestina.
El símbolo de su detención en Israel
Hoy, estar entre los secuestrados de la Flotilla Global Sumud en la prisión de Ketziot no solo es un riesgo personal: es un hecho de alto simbolismo político. Lorena Delgado encarna la coherencia ética entre su historia de denuncia contra la impunidad en Chile y su participación en una misión humanitaria para Gaza. Su posible participación en una huelga de hambre, junto a figuras como Greta Thunberg, convierte su nombre en un estandarte que desnuda la hipocresía de los gobiernos y evidencia la magnitud del atropello israelí.
Emplazamiento urgente
Su secuestro en aguas internacionales y su confinamiento en Ketziot no pueden quedar en silencio diplomático. Las autoridades suecas y chilenas tienen el deber de pronunciarse y movilizarse, no solo por la protección de una exdiputada reconocida, sino por la defensa del derecho internacional que está siendo pisoteado. Lo mismo corresponde a los organismos de derechos humanos internacionales, que no pueden permanecer como espectadores mientras se repite en cámara la imagen grotesca del ministro israelí Itamar Ben-Gvir —ese monstruo del poder carcelario— recorriendo la prisión de alta seguridad del Néguev y jactándose de cumplir su promesa de tratar a los activistas de la flotilla como a “terroristas”, es decir, como a enemigos sin derechos. Ese espectáculo infame obliga a un pronunciamiento inmediato: la vida y la dignidad de Lorena Delgado Varas, y con ella de todos los secuestrados de la Flotilla Sumud, dependen de la presión internacional para que sean liberados y respetados como seres humanos.
La ausencia de información independiente
A la gravedad del secuestro y las humillaciones públicas se suma ahora un hecho insostenible: ningún organismo independiente ha podido verificar el estado de salud de los detenidos en Ketziot. El Comité Internacional de la Cruz Roja mantiene suspendido su acceso a prisiones israelíes, y ni Physicians for Human Rights–Israel ni Amnistía ni Human Rights Watch han podido dar cuenta de su situación concreta. Este vacío de información —producto de la censura y el encierro— es en sí mismo otra violación al derecho internacional. Frente a esta opacidad deliberada, el emplazamiento a los gobiernos de Suecia y Chile, y a los organismos internacionales, es aún más urgente: no se puede permitir que Lorena Delgado Varas y los demás secuestrados desaparezcan en el silencio de las dunas del Néguev.