¡Este mundo está por estallar y no hay forma de acabar con la violencia!
“No hay política que pueda solucionar este afán enloquecido de violencia, no hay partido ni movimiento en el planeta que pueda acabar con la violencia”.
Estas líneas, no fueron redactadas hace una semana, no son parte de la crónica o análisis sobre los actos vandálicos de la marcha en Ciudad de México, en la que sus convocantes y auspiciantes, oligarcas de derecha, utilizando banderas y causas juveniles, trataron de emular lo ocurrido en Nepal; país en el que después de protestas, caos, incendios y fallecidos, el Primer Ministro Prasad Oli, dimitió.
Estas líneas no se escribieron hace dos meses por la preocupación de que el ejército más poderoso del mundo, concrete la invasión a Venezuela. Ni por los enfrentamientos con drones y misiles entre Ucrania y Rusia.
No están escritas tampoco para refutar las cifras oficiales sobre la disminución de 37% en homicidios dolosos del país, en el último año.
Han pasado 56 años desde que el 4 de mayo de 1969, en la Arenga conocida como “La Curación del Sufrimiento”, estas simples verdades fueron expresadas pero también, fueron censuradas, deformadas o ignoradas.
Sin embargo, la gente en todo lugar continúa haciendo las mismas preguntas:
¿Dónde inicia la violencia y cómo acabar con ella?
La estrategia de Atención a las Causas, entre otras, es dirigida principalmente a franjas de la población joven, para evitar que sean reclutados por grupos delictivos.
Las cifras oficiales reportadas en materia de seguridad, son alentadoras. Demostrar que las condiciones de pobreza y marginación son la razón que orilla a alguien a involucrarse en malos pasos, y que la estrategia es efectiva para encauzar a los jóvenes, debe demostrarse estadísticamente para que no quede solo a nivel de creencia.
Procedemos a exponer nuestra sencilla respuesta a la pregunta formulada, con algo que incomoda y hace fruncir el ceño a propios y extraños: La violencia empieza con los que ponen el ejemplo, es decir, con los líderes de las potencias mundiales; empieza con los líderes políticos, con los líderes religiosos, con los líderes de opinión de los medios de comunicación; con los poderes fácticos y empieza, cuando en un Estado o en una parte de éste, hay ausencia de justicia y se tuerce la ley.
Si las grandes potencias ocupan territorios y lanzan bombas a poblaciones civiles indefensas, en complicidad con sus respectivos complejos militares industriales, pues los grupúsculos que adquieren armas de menor alcance fabricadas por estos complejos, construyen carteles de control y saqueo en regiones; luego esto se replica en menor escala en las calles, con la delincuencia citadina.
Si personajes políticos y funcionarios identificados públicamente, operan todos los días, para ampliar sus redes partidistas a lo largo del país, con el fin de colocar candidatos y así, obtener más presupuesto y poder para sus facciones; si ante las denuncias y procesos judiciales, estos políticos se encubren y se protegen entre ellos para evitar desafueros; qué se puede esperar de afiliados y militantes de partidos que luego reproducirán esas prácticas.
Si, autoridades de instituciones religiosas son cómplices de personajes pederastas, seguirá reinando la impunidad. Haciendo una breve digresión y en referencia a este mal de algunas instituciones eclesiásticas, es oportuno comentar que, en ciertos momentos de la historia, sociedades enteras, han sido presa de una “conciencia crepuscular”, derivado de la distorsión deliberada de una antigua enseñanza, en la que, la energía sexual es reprimida en vez de ser ordenada y orientada, lo que conduce a la aparición de criminales que gozan con la destrucción de la vida y la belleza, según podemos deducir del capítulo “Pérdida y Represión de la Fuerza”, del libro La Mirada Interna de Silo.
Siguiendo con los que ponen el ejemplo, están los llamados “líderes de opinión” de la Prensa. Ninguna novedad sobre su actividad manipuladora y desinformativa. En la represión a los estudiantes del ´68, guardaron silencio o minimizaron los hechos, en la actualidad promueven directamente la violencia y dan voz a golpistas, a los provocadores del caos y defienden a explotadores y evasores. Así, se puede entender que aquellos que genuinamente se expresan en las redes o en las calles, exhiban una enorme confusión, contradicción y hasta torpeza.
Respecto a los poderes fácticos, está una fracción de la clase empresarial y financiera, entre otros. Estos han obtenido grandes dividendos y beneficios, justamente durante los gobiernos de la cuarta transformación; sin embargo, en su sueño guajiro de derrocar a Claudia, aparece Xóchitl Gálvez instalada en el poder para poner a su disposición los recursos del país. Ellos se mantienen “al margen” pero en realidad son cómplices. No vemos ningún desplegado de su parte para condenar acciones violentas del crimen organizado o de la marcha del 15 de noviembre, no vemos ningún respaldo al proyecto del gobierno o a la Presidenta, no los vemos defendiendo a lo que ellos llaman su “única bandera”, México.
Si un Poder Judicial durante décadas, favoreció a las oligarquías nacionales y extranjeras, si aplicó una justicia selectiva, acomodando sus resolutivos a favor de unos y en contra de otros, dependiendo si eran ricos o pobres; si la Suprema Corte tenía sueldos y prestaciones desorbitantes y en sus delirios, se creyó la máxima autoridad moral; si el máximo tribunal de justicia de un país, condujo a una decadencia institucional, ensuciando un instrumento jurídico muy valioso como es el Juicio de Amparo, al igual que las fiscalías desvirtúan la figura de “testigo protegido”… Entonces, es entendible el desmantelamiento que sufrió la Nación en tiempos del neoliberalismo; se entiende que, con argucias jurídicas existan despojos de inmuebles, empresas, propiedades y recursos naturales por parte de despachos mafiosos; es lógico que en los Ministerios Públicos, nos encontremos con charlatanes estafadores, inventando delitos.
Si las nuevas generaciones viven la incoherencia e hipocresía desde sus casas y, por otro lado, la sociedad impone una escala de valores que exalta el individualismo y el dinero, se explican las tendencias que conducen a las adicciones y al sin sentido.
Sobre cómo disminuir y erradicar la violencia, además de señalar a los que ponen el ejemplo, los humanistas coincidimos completamente con la presidenta Claudia Sheinbaum y le tomamos la palabra respecto a una puntualización que hizo el 5 de noviembre en la Conferencia Mañanera: “Nosotros sí somos necios en construir una sociedad humanista”. Compartimos esa obstinación y decimos que si los generadores de violencia, están aumentando el nivel de odio y sofisticando sus métodos para tratar de “incendiar” artificialmente al país, es menester, reconocer en la Metodología de la No Violencia Activa, la herramienta que nos permitirá encarar y superar los embates no solo a grandes escalas, sino en esos círculos más reducidos como son los municipales, los vecinales y por cierto, a aquellos tumultos que danzan en la interioridad misma de las personas.
Para tal propósito, las Fuerzas Armadas, son un importante aliado por su lealtad hacia la legalidad que proviene de las decisiones de un pueblo que dicta leyes y crea un tipo de Estado, en este caso, humanista. Por otra parte, si se cuestiona cómo una estrategia no violenta, respondería ante una dictadura, nosotros planteamos un escenario a la inversa: en un medio donde existen condiciones de paz, justicia y armonía social, no puede desarrollarse una dictadura y esa es la construcción a la que aspira todo proyecto humanista.
Otro planteamiento inverso sería que hasta ahora, se ha dicho: “La Justicia traerá como resultado la Paz”. La Justicia puede solucionar urgencias tangibles como el hambre, la vivienda y el progreso en general, así como la ciencia puede solucionar el problema de la enfermedad pero, superar estas carencias no necesariamente derivará en un estado de Paz, de disminución y superación de violencia, ya que esta es generada por el sufrimiento como resultado de los grandes temores del ser humano. En la arenga mencionada, se dice que la violencia siempre deriva del deseo, “mientras más violenta es una persona, más groseros son sus deseos”. Esa violencia se ejercita con el resto de la gente.
Y si aquellos que tienen decisión sobre grandes conjuntos sufren, son violentos y se vuelven injustos con los pueblos; tal vez debamos abocarnos a trabajar primero por la Paz, y la Justicia llegaría como una consecuencia.
La revolución de las conciencias, en los últimos años, condujo a una politización ciudadana, que básicamente consiste en mantenerse alerta e informado de los acontecimientos, para saber diferenciar lo que es positivo o negativo, lo que es cierto y lo que es falso, tomando como base, los valores heredados de las culturas locales. Fue un buen comienzo, pero si los acontecimientos amenazan con rebasarnos, nos queda abrir nuevos caminos.
Retomando a la Conciencia como un instrumento, podemos observar que esa Conciencia, puede cobrar dimensión, ya no solo en su forma plana, en su capacidad de elaborar juicios, sino como un “ente independiente” que posee Intencionalidad y se expresa en el mundo para transformarlo. Las transformaciones que han hecho avanzar al ser humano y superar los condicionamientos, las dudas o miedos, han ocurrido cuando “sacude” los mecanismos de su conciencia y des-cubre formas, niveles y profundidades sin perder la reversibilidad y la autocrítica.
Paradójicamente, no es cerrando los ojos y realizando prácticas, lo que nos conduce a una evolución. Si bien hay métodos desde antiguo que producen estados interesantes, proliferan en la actualidad, otras que ubicadas en una suerte de “arqueología”, provocan ensimismamiento y estados “mágicos”. Por el contrario, es la coherencia entre el pensar, el sentir y el actuar en la misma dirección y tratando a los demás como se quiere ser tratado, es con una acción decidida que no termina en uno mismo, que termina en otros; lo que produce un avance importante en lo personal y lo social.
En los tiempos que corren, todas y todos quieren ser escuchados y todo mundo quiere hacer su aporte, la etapa de líderes o de los personajes, va quedando atrás para dar paso a la era de los conjuntos, el caso de Andrés Manuel es una excepción, él supo interpretar bien el momento histórico y dejó caminando un proyecto importante que no se podría concretar sin la capacidad receptiva y la sensibilidad mexicana. “No siempre es positivo recargarse en el liderazgo de López Obrador”, dice el politólogo Juan Carlos Monedero respecto a las debilidades de la Cuarta Transformación.
Queremos construir una sociedad humanista como dice la Presidenta. Y aquí no estamos hablando de capacidad, del diseño de estrategias, de la preparación y nivel académico, del uso de la tecnología, o de la eficiencia del personal a cargo de una administración; no nos referimos a cosas, a presupuestos, a leyes o a sistemas; ya los especialistas tienen mucho trabajo con eso. Cuando hablamos de humanismo nos referimos a la dirección y al sentido que le damos a los actos humanos. Nos referimos a que la violencia no es natural, no está en nuestros genes, es una cultura impuesta por un sistema retardatario de la evolución, al que no le conviene que las personas tan solo por un momento, experimenten el Registro de lo Humano…
Las ciencias de la conducta, ofrecen diagnósticos y aportan soluciones a los problemas de hoy, los humanistas, que hemos acompañado el proceso de cambio ya por mucho tiempo, concluimos por ahora, con una reflexión que es a la vez, un humilde aporte que hizo Silo, a propósito del trabajo llamado “Apuntes de Sicología IV”.
“Es posible considerar configuraciones de conciencia avanzadas en las que todo tipo de violencia, provocara repugnancia con los correlatos somáticos del caso. Tal estructuración de conciencia no violenta, podría llegar a instalarse en las sociedades como una conquista cultural profunda. Esto iría más allá de las ideas o las emociones que débilmente se manifiestan en las sociedades actuales, para comenzar a formar parte del entramado psicosomático y psicosocial del ser humano”.
