En Task, con Mark Ruffalo al frente, el crimen es solo la superficie. La serie revela una sociedad rota por el fentanilo, las heridas emocionales y un sistema que nos obliga a sobrevivir sin rumbo.
HBO estrenó Task, la nueva serie de Brad Ingelsby, creador de Mare of Easttown. A primera vista, parece otra historia de crimen y policías, pero pronto revela algo más: un espejo de la realidad que vivimos hoy en día, donde el fentanilo es la droga que empieza a dominar las calles y donde cada personaje, roto a su manera, refleja las grietas de nuestra sociedad. Lo que más me atrapó no fueron las persecuciones, ni la tensión constante de saber que en cualquier momento todo puede salir mal. Fue descubrir que cada uno de los personajes —desde el criminal hasta el agente del FBI— está profundamente quebrado. Y en esa ruptura es donde se vuelven más humanos, más cercanos a nosotros. Porque, ¿acaso no es cierto que todos llevamos heridas que tratamos de ocultar?
Task me llevó a pensar que quizá vivimos en una época en decadencia, y que todavía no lo asumimos del todo. O peor aún, que sí nos estamos dando cuenta, pero ya no sabemos cómo salir. La serie muestra a una sociedad desgastada, atrapada en el sufrimiento y en los problemas psicológicos que cargamos, pero que aún así sigue avanzando, casi por inercia. Vivimos, aunque muchas veces parece no tener sentido.
El retrato es brutal, un sistema que parece diseñado no para vivir mejor, sino para multiplicar las trabas, los candados, la sensación de que sobrevivir es cada vez más difícil. Y mientras tanto, las personas se enfocan en la búsqueda desesperada del dinero. No como un simple recurso, sino como un dios que rige las decisiones y los sueños. Solo que en Task la reflexión va más allá, ya no es un dios, sino un sistema entero que ha comenzado a destruir nuestra visión de lo sagrado, no solo de Dios, sino de los dioses, de todo lo que podría darnos un horizonte distinto.
Al final, lo que queda es esta sensación inquietante, vivimos en un mundo que nos exige ser fuertes, pero que al mismo tiempo nos rompe. Y, como los personajes de Task, seguimos adelante, cargando pérdidas, malas decisiones y heridas, tratando de sobrevivir en un sistema que parece diseñado para hacernos olvidar el camino a casa.
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